El Internet de las Cosas

Algunos ejemplos son el cepillo de dientes, que manda mensajes al celular del que lo usa diciéndole qué lado de los dientes no se limpió bien; el tenedor que le avisa al usuario si está comiendo muy rápido o muy lento y cuántas calorías está ingiriendo, o la puerta que al detectar que el morador está saliendo sin las llaves le avisa y evita cerrar con seguro durante un tiempo prudente.

Carros, televisores, cámaras de seguridad, neveras, hornos, celulares, tabletas, computadores, relojes, anteojos, aviones y otros elementos ahora se conectan a internet para agregar valor a la administración de todo lo que se afecta con este intercambio de datos. Según Cisco, para el 2020 estarán conectados 50.000 millones de aparatos. El IoT llegó para quedarse.

Las empresas tienen una gran oportunidad para hacer que sus procesos sean más eficientes, para gobernar mejor, para innovar y crear nuevas opciones de negocio. Lo aconsejable es implementar un prototipo de lo que se quiere crear con el Internet de las Cosas, algo que no sea muy grande para poder medir los beneficios. Esto es mejor que meterse en proyectos grandes utilizando una tecnología con la cual no se tiene mucha experiencia.

El lado malo es que el IoT se está usando para ‘hackear’. Según un estudio de Hewlett-Packard, el 70 por ciento del IoT es vulnerable a ataques de ciberdelincuentes. Hace unos meses un hacker de los buenos, es decir de sombrero blanco, penetró el software de un automóvil y pudo acelerarlo o desacelerarlo y subir o bajar la temperatura del aire acondicionado. Esto fue reportado al fabricante para que aseguraran los programas.

En días pasados cogí un taxi y me fue muy mal. Ese mismo día usé el servicio de Uber y la diferencia fue enorme. El primero fue grosero y manejó pésimamente, con el volumen del radio a mil, y a pesar de pedirle que lo bajara no lo hizo. El segundo me ofreció agua, me abrió la puerta y me puso a escoger la emisora que yo quería oír. Vicepresidente Vargas Lleras, no nos quite este excelente servicio para dejarnos en manos de unos cafres que manejan taxis amarillos.

Saludos.

Lexer Pars.